Hablar de Impunidad nos retrotrae a los años 70 cuando el ciudadano común no podía ejercer sus derechos de orden público; cuando el ciudadano militante además era perseguido, secuestrado, desaparecido o muerto. Eso sucedía porque un sector poderoso usurpó el gobierno del país, de los bienes y de la vida de los hombres y mujeres. Lo pudieron hacer gracias al plan genocida; fiel calco de sus modelos extranacionales. Lo ejecutaron con total impunidad, no sólo porque no había justicia sino porque se recostó sobre una trama secreta compuesta de “encapuchados”, “grupos de Tareas”, “agentes infiltrados”, “campos de concentración” “chupaderos” tortura, violaciones, amenazas-coacciones, OCULTAMIENTO DE LOS CUERPOS. Pero también pudieron hacerlo por el miedo y silencio imperante en el conjunto de la sociedad; porque no, por la ignorancia. También por un sector importante de la sociedad que acompañó y alentó el genocidio.
La impunidad no será derrotada sólo con algunas condenas o con miles de condenas. El poder judicial deberá explicar a la sociedad y al mundo cual fue la modalidad empleada por la dictadura militar para aniquilar a un sector diferenciado e importante del pueblo; deberá condenar las prácticas genocidas; deberá desentrañar la trama secreta y así condenar a todos y cada uno de los genocidas. Así podremos evitar nuevos Julios López.
Los organismos de DDHH deben pensar en las víctimas, en los jóvenes y en aquellos que aún dudan sobre los hechos denunciados, pero también en toda una generación que sobrevivió al horror, entonces sí, podremos encontrar un camino para luchar unidos en un solo objetivo. No es suficiente satisfacer al familiar a través de las condenas, pues nuestro País necesita una condena enérgica al plan genocida y a sus perpetradores. Debemos bregar para que
Los que luchamos durante toda una vida por Verdad y Justicia (luego por Memoria) nos parece un despropósito que alguien diga que “impedirán que el debate sobre genocidio y delito de lesa humanidad entorpezca el desarrollo del proceso”, pues los impedimentos los introducen los jueces, fiscales, defensores de genocidas y la ineficiencia del estado al momento de brindar estructura, recursos humanos, nombres, pruebas etc. En realidad lo que deben impedir es la injusticia y no el debate o demostración de
Debemos determinar en cada zona cuál fue el circuito represivo y/o muerte, pues así aportaremos aspectos fundamentales como:
- dónde fueron muertas las víctimas: extermino
- cuáles fueron los centros de detención transitorios: tortura y traslados
- la identidad de quienes estuvieron en cada operativo, los que estuvieron en cada CCD, y los que estuvieron en las ejecuciones: los nombres aportados por los querellantes y testigos. Requerir información al Estado. Determinar en que consistieron las tareas “de inteligencia” y sus responsables, objetivos etc.
Se incorpora, casi la totalidad de las víctimas, en procesos probados gracias a la prueba indiciaria que permite reconstruir el camino transitado por las víctimas hasta el lugar de su muerte.
- Unificación de prueba.
- Unificación de hechos en pocas cusas.
- Celeridad con Verdad.
La cadena de mando es importante al momento de probar la responsabilidad mediata, pero la responsabilidad de cada uno de los perpetradores lo demostraremos mediante testimonios que den cuenta sobre la participación directa en cada hecho, o a través de los registros que consigamos. En este punto el Estado Nacional (Secretaría DDHH de
Cuando dicen que en Tucumán no se incorporó la cadena de mando en los procesos, es porque se desconoce las causas. Las cadenas de mando fueron incorporadas ab inicio (desde 1983) lo que pasa es que el poder judicial de ayer y hoy no tiene voluntad de condenar a todos sino a los decrépitos genocidas.-
No estamos de acuerdo en que se creen juzgados o tribunales especiales,
Finalmente, en Tucumán los que reconstruimos los hechos conforme a los CCD y al circuito represivo no deseamos que
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